De hecho, durante los dos últimos años se ha hablado mucho de cómo la austeridad es nefasta para el crecimiento, aunque no se ha comentado tanto cómo acumular deuda también lo es, por su tendencia de restar capacidad de crecimiento futuro. Menos austeridad tiene sentido ante un problema de corto plazo, de carácter cíclico o coyuntural, siempre que el margen de maniobra que proporciona se emplee en efectuar cambios de gran calado, que neutralicen la mayor deuda incurrida por causa del menor ahorro. ¿Pero qué clase de problemas está sufriendo España, y qué parte de la última recesión se debió a factores cíclicos y qué parte provino de problemas estructurales que no se solucionarán por si solos? Como veremos más adelante, los gobiernos españoles, empezando con el gobierno de Rodríguez Zapatero, siempre han negado rotundamente el alto nivel estructural del problema, aferrándose siempre a la idea de que la mayor parte de la enfermedad es cíclica.
Por otra parte, aunque la relajación de los objetivos de déficit durante los años 2013 y 2014 permite menores sacrificios para la sociedad española a corto plazo, el reto de alcanzar un presupuesto equilibrado no ha desaparecido, simplemente se desplaza un poco al futuro.
Entonces, ¿es factible la promesa de Mariano Rajoy de bajar impuestos en 2015? Según el programa de estabilidad adoptado por su propio gobierno , en 2015 el esfuerzo fiscal comportará reducir el déficit estructural en un 0,8% adicional del PIB, cifra que parece menor cuando se la compara con el 1,8% conseguido en 2012, pero que exigirá igualmente un gran esfuerzo, sobre todo si el arranque de la economía que estamos viviendo en estos momentos resulta ser más frágil que lo que el gobierno espera.........
Pero, para volver a la pregunta con la que hemos empezado este capítulo: ¿puede Mariano Rajoy realmente bajar los impuestos de forma material en 2015? La respuesta ha de ser que lo tiene muy, muy difícil, porque al margen de su pelea sobre el tamaño exacto del déficit estructural, el país todavía tiene un compromiso de reducir el déficit agregado por debajo del 3% en 2016, y este objetivo no se puede ir desplazando hacia el futuro indefinidamente, y sobre todo, no puede hacerse continuadamente para acomodar una agenda política.
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Les ofrezco en primícia estas líneas precedentes que corresponden a un extracto del capítulo 5 de mi libro ¿Adiós a la Crisis? publicado por ediciones Deusto el 4 de marzo de 2014.
